jueves, 18 de diciembre de 2014

Felices fiestas

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 Desde nuestro centro queremos desearos unas felices fiestas. Siendo como es una época de hacer balance queremos hacer el nuestro públicamente.

Muchas gracias a todos los niños que han estado trabajando semana tras semana duramente y a veces a regañadientes. Porque habéis conseguido superar semanas de 4 exámenes, aprobar matemáticas, ver que el valencià no es tan aburrido, aprendido a hacer esquemas para estudiar... Porque el esfuerzo ha sido grande y los avances están ahí.

Gracias a los más mayores por no abandonar, por descubrir que esa asignatura que tanto os aburre en realidad puede ser interesante y os empezáis a hacer preguntas sobre ella, por ver que no erais tan tontos sino que faltaba más trabajo. Por empezar a ver de lo que sois capaces.

Y gracias a los más mayores de todos por la confianza en nuestro trabajo, por compartir sus preocupaciones sobre los suyos, las últimas noticias de la profe (sean buenas o malas) o los progresos que se han ido consiguiendo.

Aunque en muchas películas el protagonista es el más importante, cuando se consiguen grandes cosas en la vida real es fruto del trabajo de muchas personas que están detrás dando lo mejor que tienen. En definitiva, si las cosas han ido bien es gracias al esfuerzo de todos. Ahora, a disfrutar de la compañía.

¡FELICES FIESTAS!

* Imagen extraída de estudiabetes.org

jueves, 11 de diciembre de 2014

¿Cuál es el precio de la libertad?


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La libertad, esa idea romántica de luchar por poder decidir lo que queremos hacer se ha reflejado en multitud de películas y novelas. Con ese aura protectora que lleva el protagonista al cual parece que no le importan los obstáculos, no tiene miedo ni dudas ya que está decidido a dar la vida por ella. Con suerte sigue vivo después de conseguirla; en la mayoría de los casos la consigue para todos los demás menos para él ya que la última flecha que el archienemigo lanzó al aire en su último aliento de vida le impacta justo en el pecho y nuestro protagonista cae, a cámara lenta y con música emotiva subiendo de volumen. ¿Quién no desearía conseguirla así?

Para el resto de nosotros no es tan fácil, y no ya porque los malos sean más o mejores que nosotros sino porque muchas veces ser más libre conlleva molestia, incomodidad o dolor para la persona que intenta alcanzarla. Esta es la otra cara de la moneda que pocas veces se muestra. ¿Cómo intentar alcanzar la libertad si me distancia de las personas a las que más quiero? ¿Cómo ser más libre si cuanto más avanzo en ese camino más triste me encuentro?

En medio del esfuerzo que hacemos por sobreponernos, por luchar contra esa parte egoísta de nosotros, por evitar la dependencia de los demás, por no ser caprichosos... no hay banda sonora ni cámara lenta, hay una lucha interna por ser mejor persona privándonos muchas veces a nosotros mismos de lo que más queremos. Una persona dependiente que se ha criado en un entorno donde no se han hecho valer sus potencialidades, cree que necesita la aprobación de otra persona para poder tomar decisiones o actuar en su vida cotidiana. Ser más libre para esta persona es ser independiente, no necesitar tanto de su entorno y ser capaz de dirigirse hacia lo que desea. Pero claro su entorno se ha acostumbrado a que es dependiente y no quieren que sea más decidid@ y autónom@; prefieren a la persona obediente que les consultaba todo antes de dar un paso. Por tanto esa persona no sólo tiene que luchar por cambiar los hábitos que adquirió desde que se crió sino que además debe tener la suficiente convicción como para seguir, a pesar de que su entorno más cercano (familiar y laboral) prefiera que siga siendo la persona de siempre.

Es un ejemplo de nuestro tiempo de lucha por la libertad y no tiene nada que ver con lo que se muestra en el cine o en los libros. Y tú, ¿cuánta angustia serías capaz de pasar por ser más libre? ¿Cuánto estarías dispuesto a pagar por tu libertad?

* Imagen extraída de wasanga.com

jueves, 4 de diciembre de 2014

¿OÍMOS O ESCUCHAMOS?


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Desinterés, falta de atención, apatía y querer centrarnos sólo en nuestro mensaje dan como resultado un problema de comunicación.
¿Cuántas veces estamos hablando con alguna persona y no prestamos atención a lo que dice y repasamos mentalmente nuestras cosas? O ¿cuántas veces preguntamos y no esperamos la respuesta del otro? Casi siempre.
Nos encontramos ante dos posibles problemas en nuestra comunicación:
  1. Hablamos, nuestro interlocutor nos oye, pero no nos escucha.
Sentimos la necesidad de contar nuestras experiencias, nuestros problemas o, simplemente, queremos comunicar un hecho; pero mientras lo hacemos nuestro interlocutor está pensando en sus cosas, su problemática, sus tareas… Claro que si le preguntamos qué hemos dicho es capaz de saber qué le decimos pues su sistema auditivo está activo, pero no se presta atención al mensaje ni a otros factores que lo complementan, no se activa la comprensión… Estamos hablando con una pared.
  1. Hablamos con alguien pero no nos interesa su respuesta. El interlocutor escucha pero el hablante no quiere escuchar.
Y esto ocurre muchísimas veces también. Quedamos con alguien y entablamos una conversación… llega un punto en que proponemos un tema, una cuestión y hablamos esperando una respuesta activa de nuestro interlocutor. El problema viene cuando realmente no nos interesa esa respuesta, cuando tenemos nuestra propia solución o respuesta. Cuando nuestro interlocutor no coincide con “mi idea” dejamos de escuchar su punto de vista, su consejo o respuesta, cortamos su exposición y pretendemos llevar la conversación a nuestro terreno.
En este caso, se termina la conversación, no hay fluidez en la comunicación. No hay comunicación realmente. Es como si habláramos con un espejo, sólo nos interesa nuestro punto de vista.
Cuando vamos a la escuela nos enseñan a mantener los turnos, a responder preguntas aunque la respuesta sea errónea, a plantear cuestiones… Pero cuando llegamos a la adolescencia y la edad adulta desaprendemos estas estrategias comunicativas e imponemos nuestro mensaje ante los otros.
Al cabo del día oímos muchos mensajes, palabras, sonidos, pero ¿cuántos de estos mensajes son comprendidos? ¿Cuántos somos capaces de recordar razonadamente? ¿Cuántas veces hablamos pero no comunicamos? ¿Realmente esperamos una respuesta de nuestro interlocutor o simplemente queremos que haga/diga/piense lo que nosotros le decimos?
Convertir un acto de habla entre dos personas en un proceso comunicativo implica la habilidad de saber escuchar, de establecer un compromiso con el mensaje, con quien lo emite y quien lo recibe.
Pero no podemos quedarnos ahí y pensar que todo ya se ha desaprendido, podemos recuperar esas estrategias y favorecer la escucha activa y efectiva en nuestro día a día. Simplemente, deberíamos evitar distracciones cuando nos hablan, aprender a percatarnos de la situación emocional del hablante y mostrar interés real en qué nos están diciendo.
Debemos recordar que un proceso de comunicación implica bidireccionalidad, si primero hablamos, posteriormente pasaremos a ser los que escuchan; por lo que tanto emisor como receptor deben mantener un proceso de escucha real, activo y efectivo.
Hablar y no escuchar, es un monólogo.
 * Imagen extraída de ibermaticasb.com

viernes, 28 de noviembre de 2014

La misteriosa X

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Por no llamarle dolor, desesperación, angustia o pena. Es muy común que a todos nos haya pasado de cerca la X y por el mero hecho de existir pasaremos por ella. No hay mucha gente que se atreva a reconocerla ni siquiera cuando la ven venir y ni hablar de cuando son los niños los primeros en caer como prisioneros suyos. Habitualmente son ellos los que parece que tienen más cercanía, más interés, la tratan con mayor naturalidad pero aún a pesar de eso nos empeñamos en que vivan en la misma mentira que creemos.

Si X es algo por lo que todo el mundo va a pasar ¿por qué no informan los medios de comunicación para prepararnos? Pues porque no interesa, no por intereses políticos sino porque a las personas no nos interesa saber más de X. Lo tenemos bastante claro. Lo que a menudo no percibimos es que en el día a día con cada renuncia, con cada objeto o deseo que no podemos satisfacer, con cada situación que tenemos que aceptar aunque no la deseemos así; estamos mucho más cerca de entender a la X. Aunque queremos alejarla todo lo posible de nosotros, no reconocerla hasta que no esté lo suficientemente cerca, hay un poco de ella en cada día que pasa.

Con sentirla, con notar de alguna manera su cercanía, la mirada sobre el mundo se muestra más clara y nos ayuda a resaltar lo importante. Quizás para sentirla, para notar su presencia sea necesario pensar en ella y supone abandonar la seguridad que nos proporciona el despertarnos por la mañana o el encontrarnos con nuestra familia al llegar a casa. Por ese silencio cómplice del que participamos, no valoramos lo irrepetible de cada momento. Aunque nos veamos a diario o comamos un día a la semana juntos, no hay ningún momento pasado que se pueda cambiar ni futuro que se repita.

No hace falta estar enfermo para pensar en ella, ni deprimido ni angustiado. Forma parte de lo que somos y conforme se le va aceptando le vamos haciendo un hueco en nuestra vida como compañera de viaje. Aunque nos centremos en lo que nos quita hay muchas cosas que también nos da. Si también te va rondando por la cabeza quiero que sepas que yo también pienso en ella.

* Imagen extraída de print-ables.com

viernes, 21 de noviembre de 2014

El arte de educar


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Desde pequeños notamos la diferencia entre ese profesor que nos cae tan bien y al que no tragamos. A veces le llamamos manía y otras veces decimos que no nos cae bien; y parece que nosotros tampoco a él/ella. Lo mismo pasa con los padres, a veces uno es el bueno y el otro el malo, o al revés, pero seguimos entendiendo que uno nos ayuda aunque nos corrija y que el otro cuando nos corrige tiene un añadido de mala leche. Esto es lo que vemos siendo niños.

Al tener hijos no entendemos cómo les cuesta tanto entender las cosas más básicas. "Pero si eso yo a su edad no lo hacía", "¡Te lo he dicho 3 veces! ¿Qué no me entiendes?", ¿Cómo que no sabes hacerlo si es muy fácil? Parece que no nos entienden y que cosas muy sencillas les son muy difíciles de entender. A veces damos por hecho que saben qué cosas se pueden hacer y qué no. Pero claro ellos están conociendo el mundo y para explorarlo hay que ver, tocar, romper... probar todas las posibilidades que nos ofrece un objeto. Es parte de la visión infantil del mundo el ver que una zapatilla sirve de teléfono, de estrella ninja o de escudo. Conforme crecemos vamos utilizando los objetos para lo que realmente están hechos, según el uso que generalmente damos y perdemos esa visión más amplia de las cosas.

Ya, pero igual no es buena idea que meta los dedos en el enchufe para ver qué pasa o que explorando todas las posibilidades que tiene un vaso de cristal, el vaso acabe hecho añicos y se corte. Es cierto, a veces es necesario evitar que se expongan a situaciones peligrosas -con los adolescentes las más frecuentes son situaciones relacionadas con el consumo de drogas o con las primeras relaciones sexuales, de riesgo-. Para ello tenemos varias opciones, entre las más extendidas el argumentarles los motivos por los que no deberían hacer eso o al menos de esa manera. Lo que sucede es que nos encontramos con niños muy pequeños para entender los argumentos lógicos o con adolescentes que (aún entendiéndolos) no siempre ciñen sus comportamientos a ellos. 
 
¿Entonces hay que recurrir a la vieja usanza, al cachete? Bueno, personalmente creo que el arte de educar consiste en decir sí cuando hay que decir que sí y no cuando hay que decir que no. No es necesario más argumento ni más esfuerzo por parte del adulto; que, aunque parezca mentira, son muchas las familias que acaban de los nervios o angustiadas al ver que su hijo no les hace caso. Precisamente ese es el arte que dominaban esos profesores (o nuestro padre o madre, raras veces los dos) que tanto impacto nos han causado de pequeños, sabían qué querían sacar de nosotros y nos reforzaban aquellos aspectos buenos que iban a hacer de nosotros mejores personas (la paciencia, las ganas de aprender, la preocupación por el otro...) y no nos permitían desviarnos demasiado de ese camino, especialmente cuando nos mostrábamos egoístas y caprichosos. Quizá no hagan falta más libros de cómo enseñar bien a tu hijo sino simplemente dominar el arte de decir sí y no.

* Imagen extraída de solmonasterio.blogspot.com

jueves, 13 de noviembre de 2014

Haciendo balance

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Bien es sabido que muchos opinan que la historia se repite: que bueno, eres especial, pero no se quieren fiar mucho de ti porque también encontraron a una persona especial y también les defraudó; que crisis como esta ya han ocurrido, que ya a sus padres les tocó cambiar de provincia/país y ahora lo hacen ellos... Bueno es posible que exista un pequeño parecido entre distintos momentos de la historia y que algo que ya hicieron nuestros padres o abuelos nos toque ahora a nosotros. Pero las condiciones no son las mismas y en cada momento hay un oportunidad diferente.

Para las generaciones que crecimos con la llegada del ordenador era muy fácil obtener información, bastaba con conseguir el cedé de la enciclopedia y buscar la información que nos pedían en el colegio. En nuestros ratos de ocio veíamos las series o dibujos que hacían en la televisión. No nacieron con nosotros pero si crecieron y eso es muy importante tenerlo en cuenta, porque al igual que las personas los medios han ido cambiando con nosotros. En los programas más antiguos se ven los valores de la sociedad de ese momento porque son los mensajes que nos transmitían, las moralejas de cada capítulo. Pasamos de ser gente de palabra (con televisiones de palabra, fieles a la verdad); a gente con ilusiones (con televisiones donde aún habían valores e imaginaban un futuro lleno de posibilidades); a gente muy popular (con programas que resaltaban más a los protagonistas que además iban vestidos a la última moda y con la última tecnología del momento); a gente exitosa (con programas donde se veía a gente sin valores obtener éxito, aunque fuera instantáneo). Así han pasado las décadas desde los 70 hasta ahora.

Y bueno estamos donde estamos. Parece que el gran desastre que padecemos está dando valor de nuevo a las palabras. Ya no se mira tanto lo que uno dice sino lo que hace. De alguna manera estamos de nuevo en el punto en el que volvemos a ser gente de palabra, al menos está creciendo ese porcentaje. En situaciones de necesidad no nos queda otra opción más que confiar en las personas; pero sucede que la televisión sigue anclada en el modelo de gente exitosa, ofreciéndonos estéticas y objetos varios para ser muy populares. Y es aquí donde aparece el reto que se nos presenta para la educación de nuestros hijos.

Muchos de nosotros somos fruto de la casualidad de un conjunto de influencias a las que estuvimos expuestos: nuestro grupo de amigos, las películas que veíamos, las actividades que hacíamos... Hoy en día, gracias a Internet, podemos elegir qué influencias van a tener nuestros hijos, al menos en cuanto a programas o dibujos animados se refiere. Está en nuestra mano el ofrecerles series que destaquen valores como la colaboración, el respeto, la entrega, la perseverancia... en lugar del éxito fácil, la humillación o la intolerancia. Esa es una de las oportunidades que nos ofrece esta época, la capacidad para retomar ciertos programas, series o dibujos que contribuyan a hacer de los nuestros hombres y mujeres completos. 

* Imagen extraída de blog.i-mas.com

jueves, 6 de noviembre de 2014

¿Hablas o vives?


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 Llevo un par de días dándole vueltas a situaciones que vivimos continuamente. Vamos por la calle y vemos (y nos vemos) con el teléfono móvil en la mano, como un apéndice de nuestro brazo, inseparable, necesario. Se ha convertido en un fetiche, no sabemos salir de casa sin él, sentimos la necesidad de tocarlo, consultarlo continuamente para ver si tenemos llamadas, mensajes… Ya tenemos niños con móviles, niños que apenas saben hablar que conocen cómo funciona el teléfono móvil para ver fotos, para llamar...
El invento que comenzó siendo un “salvavidas” para emergencias en hospitales, el medio de “estar al tanto” de lo que pasaba en los negocios de los grandes empresarios… se ha universalizado y popularizado, y, no sólo eso, ha perdido en parte su capacidad comunicativa para centrarse en objetivos de ocio y aislamiento.
Parece una incongruencia decir que un objeto que sirve para comunicarse nos aísla, pero hemos pasado de vernos las caras para hablar con la gente, llamarles por teléfono para saber qué tal va todo, a simplemente mandar un mensaje (rara vez correctamente escrito o incluso cambiar las palabras por iconos) para dejar una señal de que “estamos conectados”. Esta necesidad de sentirse conectado es la que nos lleva a aislarnos. ¿Para qué voy a llamar a alguien o quedar con esa persona si puedo mandarle un mensaje o ver si ha revisado el teléfono últimamente? Así sabemos si estamos conectados, si nos mantenemos enterados de todo. Evitamos el contacto directo entre personas, evitamos la comunicación real y muchas veces este nuevo sistema de comunicación induce al error, al malentendido.

¿Estamos abocados a eliminar la comunicación real? ¿Necesitamos comunicarnos? ¿De verdad necesitamos sentir que sabemos todo de todos? ¿Sirve para algo el lenguaje cuando ya tenemos tanta tecnología capaz de suplirlo?
Ante la controversia histórica acerca del desarrollo del lenguaje y del pensamiento, autores de varias vertientes (innatistas, interaccionistas…) confluyen en el hecho de que el lenguaje y, por ende, la comunicación son el motor del desarrollo humano.
Por tanto, las personas sentimos necesidad de comunicarnos desde el nacimiento; a través del lloro, el balbuceo; posteriormente las palabras, las frases, los discursos, el arte, la música… Es la comunicación el hecho que nos une a las otras personas, el nexo que nos vincula a los otros por muy diversos medios. La tecnología, el teléfono móvil en este caso, constituye un vehículo para la comunicación, pero el problema actual radica en el mal uso de este artefacto.
Realmente lo que deberíamos preguntarnos es si queremos vivir siempre pegados a un auricular, pendientes en todo instante de los bombardeos informativos que corren a través de esta tecnología, de internet… sin pararnos a pensar qué sentimos, qué sienten otras personas. Lo que es más importante ¿qué queremos sentir? Un teléfono móvil de última generación (todavía) es incapaz de suplir a una persona, a su cercanía o a su viveza.
Probemos a “desenchufarnos” unas cuantas horas al día, a cambio de un poco de conversación cara a cara; intentemos centrarnos cada instante en aquello que estamos haciendo y sólo en eso, sin echar un vistazo al móvil; atrevámonos a dar sentido a nuestras palabras con la voz, con el ritmo de nuestro habla y con esas entonaciones y gesticulaciones que hacen de cada conversación un hecho nuevo y diferente.
¿Y si apagamos el móvil unas horas al día? Quizás, así, recuperemos el sentido de muchos aspectos de nuestra vida.
* Imagen extraída de ultimasnoticiasenred.com.mx

miércoles, 29 de octubre de 2014

¿Has caído ya en la tentación?

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Uno de los aspectos más importantes para nuestro funcionamiento mental son las atribuciones. Cuando conseguimos la meta que nos hemos propuesto, después de la alegría inicial hacemos una pequeña valoración del porqué la hemos conseguido. Si creemos que ha sido debido a nuestro esfuerzo personal, hacemos una atribución del mérito interna es decir, gracias a nuestra forma de actuar hemos conseguido la meta por lo que la alegría es doble. Si por el contrario creemos que lo hemos conseguido gracias a la ayuda de alguien o porque era muy fácil, hacemos una atribución del éxito externa, es decir, lo hemos conseguido porque las condiciones eran las adecuadas y no nos alegramos tanto. Lo mismo ocurre cuando fracasamos, podemos atribuirnos la causa del fracaso o culpar al ambiente de nuestro fracaso. ¿Qué importancia tiene esto para nuestro desarrollo?


Una niño que cree que los resultados que consigue se deben a las condiciones externas creerá que no sabe hacer las cosas, simplemente las consigue porque la tarea es muy sencilla, alguien le ha ayudado o ha sido cuestión de suerte. Podríamos decir que se trata de niños muy pesimistas que no creen que hagan nada bien. En el otro lado tenemos a los que piensan que cualquier logro alcanzado es fruto de su esfuerzo o por su forma de ser, incluso cuando se dan premios por sorteo o cuando un amigo consigue algo. Podríamos decir que son niños excesivamente optimistas, pero hasta aquí todo normal aunque pueden existir problemas que dificulten su correcto desarrollo.

El tema que hoy nos ocupa, es uno que afecta por igual a niños y adultos; el de la autocomplacencia. Básicamente, la persona autocomplaciente piensa que todos los logros que alcanza se debe a su capacidad, especial habilidad o destreza; mientras que responsabiliza de sus fracasos a los demás. Es decir, mientras todo me sale bien "soy el mejor", pero cuando algo se tuerce "ves, ha sido culpa tuya". No es cuestión de un día para otro que, un niño o un adulto, piense de esta manera; es una cuestión que se ha ido forjando a lo largo de muchos meses. 

Actuar de manera autocomplaciente nos va a llevar a no ver con nitidez la realidad. Al no tener una capacidad crítica para diferenciar si el problema ha sido causado por mí o por mi entorno, no vamos a ser capaces de actuar para cambiar lo que no funciona y poder así conseguir nuestro objetivo. Tampoco sabremos decir cuánto nos queda por aprender o qué cosas podríamos hacer para mejorar, porque ya somos la repera. Es la forma perfecta de engañarnos para pensar que somos los mejores y desprestigiar a los demás que son los causantes de nuestros fracasos; con lo que poco a poco nos volvemos más insoportables y más necios por perder el contacto con la realidad. Y aunque aquí dejemos el aviso, mostrarnos autocomplacientes es una tentación.


* Imagen extraída de es.paperblog.com
  

miércoles, 22 de octubre de 2014

¿Sacas partido a tus horas de estudio?

* (Experiencia, conocimiento)
Estamos a mitad del primer trimestre y ya empiezan las primeras dudas sobre si seremos capaces de aprobar todas las materias. Nos vamos dando cuenta de cuáles nos cuestan más y con las que nos sentimos más cómodos. Y todo porque ya hemos hecho los primeros exámenes y los resultados no han sido todo lo buenos que creíamos, especialmente después de las promesas que se hicieron en verano.

Tampoco nos precipitemos, a no ser que se trate de un estudiante con poco interés (que en los cursos anteriores ya ha mostrado que no va a esforzarse a lo largo del curso) normalmente a partir de los primeros malos resultados se suele prestar más atención y dedicación. Lo más importante a la hora de estudiar es ir relacionando los contenidos que se aprenden con nuestro día a día. Hay contenidos, por ejemplo las tablas de multiplicar, que deben aprenderse de memoria; quizá en un futuro veamos cómo están organizadas o la relación entre ellas pero, de entrada, es un conocimiento que se debe aprender por repetición. Entonces no nos queda otra que insistir hasta que las dominemos.

Pero en el resto de contenidos es mejor relacionar lo que se está aprendiendo con lo que ya sabemos. Puede ser muy difícil aprendernos el orden de los planetas del sistema solar, pero si nos dicen que algunos de los días de la semana se nombran parecido a los planetas (Marte-martes, Mercurio-miércoles...) ya tengo una forma para relacionar esa información y me cuesta menos aprenderla. Y es que nos resulta mucho más sencillo aprender los nuevos contenidos si tienen relación con cosas que ya sabemos. No lo vemos como un montón de palabras nuevas que debo aprender de memoria sino como algo relacionado con la información que ya tenemos.

¿Y todo esto por qué? Porque conocemos a mucha gente que tenían buenas notas en la escuela, en el ciclo formativo o en la universidad; y que parece que saben mucho porque su expediente es muy bueno pero en realidad nos encontramos con que saben mucha información pero no saben aplicarla. Hay una gran diferencia entre saber las notas musicales y tocar una canción. Si queremos que sea más fácil estudiar y que esos conocimientos aprendidos sean útiles deben estar conectados. Porque nadie acude a un médico que le sepa recitar de memoria todas la enfermedades pero no sabe diagnosticar si tienes o no alguna de ellas.

Para más información consúltenos en nuestra web.

* Imagen extraída de lacajabierta.org

miércoles, 15 de octubre de 2014

¿Te hace falta cultura o información?

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Hasta no hace muchos años, el principal problema con que nos encontrábamos era la falta de información. El saber se concentraba en los libros y había que bucear en ellos y dedicarles bastante tiempo para poder obtener la información deseada. La otra opción pasaba, y aún pasa, por acudir a un profesional, es decir a una persona que ha profundizado en esa rama del conocimiento y sabe darte una solución al problema. Desde la invención de la imprenta no había cambiado mucho esa situación hasta la llegada de Internet.

Con la red de redes el universo de conocimiento que se abre para todos los ciudadanos conectados es enorme. Hasta entonces, los responsables de dirigir al país o los propietarios de suculentos negocios eran las personas que tenían acceso a esa información. Los labradores que trabajaban para el señor de las tierras no tenían tiempo para leer y adquirir conocimiento porque trabajaban durante todo ese tiempo. La llegada de la sociedad moderna, o lo que estos días queda de ella, y las nuevas tecnologías de la información (para los que les gustan las fechas no mucho más lejos del siglo pasado) nos permitieron ganar más derechos como personas, teniendo más tiempo liberado de trabajo; a la vez que nos ha permitido acceder a una información hasta ahora impensable.

Hasta aquí parecía que todo iba a estar solventado, jamás volveríamos a trabajar para nadie y en unas condiciones indignas. Nosotros seremos los constructores de nuestro futuro. Pero resulta que tampoco sabemos manejar ese gran abanico de posibilidades que es Internet. Mientras la mayoría dedicamos nuestro tiempo a las redes sociales, algunos lo utilizan para trabajar y sólo unos pocos aportan conocimiento valioso a la red. Pero bueno, pongamos que hoy me levanto inspirado y es un buen día para aprender algo nuevo, o que me lleva doliendo mucho la cabeza durante una semana y quiero saber si eso es grave para ir o no al médico; y me decido a buscar más información. Pongo en el buscador lo que quiero saber y me aparecen miles de resultados, sin pasar de la primera hoja consulto los 4 primeros enlaces y resulta que mi dolor de cabeza puede ser: por la tensión, por el estrés, por un tumor, por hidrocefalea, por mala alimentación, hasta por sexo insuficiente...

El reto que se presenta ya en estos días y será importante en el futuro será saber dónde buscar exactamente para encontrar información fiable con la que pueda contar. Al final va a resultar que hemos vuelto al punto de partida y que tanto la falta de información como el exceso nos ha llevado a una situación en la que nos encontramos perdidos, sin saber cómo actuar. Pueden ser tantas las causas y hay tantas maneras diferentes de hacer algo que, lo verdaderamente importante va a ser saber elegir adecuadamente. Ese es el reto de nuestra generación y el de las que aún están por venir, saber qué decisiones tomar para conseguir lo que queremos.

* Imagen extraída de mediaonline.net

jueves, 2 de octubre de 2014

¿Quién eres realmente?

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Como seres sociales que somos, construimos nuestro punto de vista a partir de conversaciones con los amigos, la familia, lo que hemos oído en la televisión o en la radio.... Necesitamos interactuar con los demás o con nuestro entorno para poder descubrir quiénes somos.

Para responder a esa pregunta, que hace unos años se hacía durante la adolescencia (hoy en día imposible de acotar en unas edades), se necesita reflexionar sobre los comportamientos propios y sobre las opiniones de los demás. Si un grupo grande de personas nos dice que somos A y nos llevamos bien con esas personas, creeremos que somos A. Especialmente si ser A es algo bueno y valioso. Pero uno se puede preguntar: ¿soy realmente como dicen o creo que soy así porque me lo repiten mucho? En ocasiones puede resultar incómodo pensar sobre esto. Pensemos por un momento en un deportista famoso y en el porqué de sus depresiones cuando se retiran. Durante mucho tiempo la mayoría de la gente que les ve les anima y les hacen sentir que soy importantes; cuando llega la retirada los admiradores desaparecen y se pasa a ser una persona anónima que hace lo que todas las demás. Probablemente siempre fue una persona más, aunque potenciada por los medios de comunicación se pensaba más importante. Entonces ¿qué creernos?

Para poder asumir una forma de ser se hacen necesarias dos condiciones: explorar y comprometernos. Una persona que se comprometa con una forma de ser (ej. ser humilde) pero no conozca a través de otras personas lo que significa ser humilde, creerá falsamente que lo es. Una persona que haya tenido muchas experiencias y haya conocido varia gente pero que no se comprometa con una forma de ser no llegará a ser adulto, pues solo se centrará en el disfrute queriendo cosas nuevas que le sorprendan. Y en el caso de no explorar el entorno y tampoco comprometernos con nada nos encontraríamos con una persona muy caprichosa que no quiere asumir un papel y ningún papel le satisface, viendo siempre el aspecto negativo a cualquier propuesta o idea; sin ajustarse nada a sus intereses y sin saber qué buscan.

Algunos pecamos de no querer conocer más cosas (nos centramos en nuestra rutina y por qué cambiar) y otros tenemos miedo a perder cosas si nos comprometemos con algo. En ocasiones si queremos avanzar tenemos que librarnos de una parte de nosotros para transformarnos en otros mejores. Si queremos crecer como personas necesitamos deshacernos de algo nuestro para acoger otras cosas que nos van a enriquecer. A no ser que nos pueda el miedo o la comodidad.

* Imagen extraída de psicocentral.com

jueves, 25 de septiembre de 2014

Mi hijo tarda en hablar… ¿qué le pasa?


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En primer lugar no cabe alarmarse si su hijo todavía no ha cumplido los 3 años, aun así consideramos que cada niño tiene su ritmo de aprendizaje y el criterio cronológico no es altamente fiable. A los 3 años de edad los niños ya tienen configurado su lenguaje acorde con la gramática de los adultos, mientras otros a esta edad se comunican con monosílabos, palabras aisladas y con gesticulaciones (a pesar de que comprende todo lo que se le dice). Que el niño comprenda todo lo que se le dice significa que no tiene una deficiencia auditiva y, por tanto, estos niños con más dificultades para hablar son tipificados con “retraso simple del lenguaje”.
Más allá de los tres años de edad, un niño con “Retraso Simple del Lenguaje” desarrollará un lenguaje normal, sin secuelas o sólo con alguna dislalia (alteración en la pronunciación de un fonema) que no constituirán un problema en su habla.
¿Y si mi hijo ya ha cumplido más de tres años?
Las dificultades del lenguaje en niños más mayores, con un desarrollo normal en el resto de áreas y funciones psicológicas, así como una educación normal; pueden identificarse bajo el denominado “Trastorno Específico del Lenguaje” (TEL). Esta limitación específica en el lenguaje puede alterar dichas funciones y hábitos educativos en el futuro.
Cualquier niño TEL previamente ha cursado un Retraso Simple del Lenguaje. El TEL tiene distintas formas de presentarse en los niños pudiendo afectar a: la articulación de sonidos del habla, la fluidez de sus expresiones, la falta de léxico, a la incorrección gramatical y sintáctica e incluso al uso adecuado del lenguaje.
En casos de Retraso Simple del Lenguaje, como de posibles TEL, lo más importante es ponerlo en manos de profesionales y a la mayor brevedad posible; quienes realizarán las concernientes evaluaciones y establecerán un diagnóstico acompañado de las propuestas de intervención para comenzar a mejorar estas dificultades del habla. Una detección precoz e intervención temprana propician el correcto desarrollo del lenguaje y minimizan sus efectos educativos y comunicativos.
 
Amparo Quiles 
Logopeda y pedagoga

* Imagen extraída de oirpensarhablar.hol.es

jueves, 18 de septiembre de 2014

Así mejoro el ambiente de estudio


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Ya se acercan los días en los que hay que estar en el cole mañana y tarde. Y aunque los deberes que mandan ahora no son muchos ya nos empezamos a preparar para hacer frente a las batallas diarias por acabarlos, por hacerle entender eso que "es muy fácil", por no perder los nervios... Todo esto sin entrar en si es buen estudiante o no, si es capaz o tiene dificultades añadidas.

Independientemente de que sea un alumno con más capacidad o menos, igual que cuando trabajamos, el ambiente que se respira mientras hace las tareas puede añadirle más estrés/agobio y asociar por tanto el hacer deberes con algo muy desagradable y tortuoso; o puede ser un ambiente que invita a saber más, a darle un uso a lo que está aprendiendo dándole importancia al trabajo que ha realizado. La diferencia es abismal para todos, no es lo mismo estar en un ambiente donde se te escucha, te dan valor y te dejan elegir que en otro donde todo esto viene impuesto.

Lo que proponemos para poder sacarle el máximo partido a "hacer los deberes" es: 
- Crear un ambiente personal, una cercanía, un vínculo con él para que le dé la sensación de que no lo imponemos sino que somos los dos los que estamos enfrentándonos a la tarea. La tarea hay que hacerla no porque lo "digo yo" sino porque así nos lo han mandado.
- Fomentar autonomía: aunque el ambiente sea cercano y personal no somos nosotros los que dirigimos su tarea son ellos los que deben ir organizándose. Claro que esto también hay que enseñarlo, al principio igual sólo deciden el orden en el que hacerlos y poco a poco se les va dando más oportunidades para que lo hagan a su manera pero quede todo resuelto.
- Dar elección: ayuda mucho a empezar a hacer los deberes que uno mismo pueda decidir la materia por la que lo va a hacer. No es lo mismo empezar por lo más costoso que por tareas más sencillas o de dificultad media. Dependerá de las características de cada alumno el orden a seguir y el apoyo que necesite.

Claro que normalmente no tenemos el tiempo ni las energías para poder ofrecerles este ambiente de trabajo y hacer los deberes se convierte en una auténtica pesadilla. Gritos, golpes, llantos, páginas arrugadas de borrar una y otra vez... Si este es el caso lo mejor sería buscar el ambiente adecuado para que vean que estudiar se puede hacer sin tensiones, aunque cueste esfuerzo. Quizá parte del abandono escolar temprano se deba a que nuestros estudiantes no encuentran placer en aprender, descubrir y conocer cosas nuevas.

* Imagen extraída de inscricaoenem.com.br

jueves, 11 de septiembre de 2014

¿Has alcanzado el equilibrio?

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Ya han quedado atrás las vacaciones, nos incorporamos a la vida rutinaria y todo parece igual que antes. Parece que estábamos mucho mejor de vacaciones pero, ¿no es verdad que ya teníamos ganas de empezar con la rutina? Durante las vacaciones parecía que la vuelta a la normalidad iba a ser más apasionante: ver a los compañeros, ser capaz de hacer mejor las cosas en el trabajo, poder encontrar un trabajo... Cuando estoy de vacaciones o sin trabajo, quiero trabajar y cuando trabajo quiero estar de vacaciones. ¿Cómo puedo ser feliz sin volverme loco?

Habitualmente pensamos que el mejor estado es el de no hacer nada. Pero las personas somos seres activos, al que no le gusta elaborar algo con esmero le gusta compartir una buena conversación o probarse ante un nuevo desafío. Funcionamos como una balanza. Nos encanta poner energías en una dirección, ver que somos capaces de hacer cosas aunque con ello nos vamos alejando cada vez más del punto de equilibrio; de manera que si seguimos haciendo lo mismo al cabo de un tiempo se nos empieza a hacer tedioso y pesado y empezamos a necesitar el opuesto. Un poco de trabajo está bien, pero cuando ya llevo unos meses empiezo a añorar lo bien que estaba cuando estaba en casa porque no tenía un jefe tan especial que aguantar o no estaba tan agobiado con tantas tareas.

¿Entonces estamos condenados a ser infelices, a desear lo que no tenemos? La respuesta depende de cada uno, de cómo enfoquemos la vida cada uno. Podemos centrarnos en lo que no tenemos y estaremos toda la vida deseando aquello que nos falta. También podemos centrarnos en una cosa y no querer ver más allá, reducir nuestro mundo a pocas personas y a una rutina que nos dé seguridad. Pero si lo que queremos es disfrutar de la vida con todas sus posibilidades, entonces debemos mirar cada cosa con detalle. Los retos que nos ofrece un trabajo no nos lo ofrecen las vacaciones y no suele haber mucho tiempo libre para dedicarlo a aquello que quiero y me interesa mientras trabajo. 

Si somos capaces de valorar las posibilidades que nos da cada situación haremos nuestra vida mucho más llena. A veces oigo: "No sabía que la vida fuera esto, parecía más divertida cuando era pequeño". Precisamente por eso, por si la vida no fuera más que todos estos momentos, apreciémoslos porque en cualquier momento pueden no repetirse.

* Imagen extraída de tuttogreen.it

miércoles, 3 de septiembre de 2014

Nueva web del centro



Hoy ha empezado el nuevo curso escolar, esperamos que hayáis pasado un buen verano y cargado las pilas para la nueva andadura. 

Aprovechamos para anunciar que podéis encontrarnos en www.cadicp.com donde aparecen los servicios que ofrecemos y las dificultades en las que trabajamos, además tenéis acceso a los datos de contacto con el centro.

Os recordamos que en la entrada anterior publicamos toda la información referente a las ayudas para el estudio, especialmente para alumnos con discapacidad o con problemas de comportamiento. Aunque en el propio centro os podrán indicar si podéis acceder a ellas y los trámites necesarios, no dudéis en consultarnos si os ha quedado alguna duda. 

¡Mucho ánimo!

jueves, 17 de julio de 2014

¿Puedes contar con alguna ayuda?

Como os venimos comentando a lo largo del curso, existen unas ayudas para proporcionar a los alumnos atención educativa.  Se entiende que los estudiantes con discapacidad, los que tienen altas capacidades y los que tienen déficit de atención con hiperactividad (TDAH) necesitan de una ayuda extra, fuera de las clases ordinarias, para poder seguir el ritmo escolar. Pues bien, el plazo para solicitarlas acaba de abrirse y estará disponible hasta el 30 de septiembre. 

Normalmente son los propios centros los que se encargan de gestionarlas por lo que a partir del día 3 de septiembre, se puede contactar con ellos y ver si cabe la posibilidad de solicitarlas. A continuación os señalamos las que pueden ser de más interés:

    Ayuda específica para enseñanza: para alumnos con discapacidad, dotada con 862 € para todo el año. Lo que supondría una intervención sobre dificultades de aprendizaje y técnicas de estudio en nuestro centro a lo largo de todo el curso académico.

  Ayuda para reeducación pedagógica: para alumnos con dificultades de comportamiento (en este caso TDAH), dotada con 913 €. Lo que permitiría un tratamiento individualizado durante el período escolar dirigido al autocontrol, control de impulsos y pautas educativas.

   Reeducación logopédica: para alumnos con dificultades asociadas al lenguaje, también dotada con 913€, lo que permitiría la atención de nuestra logopeda en lenguaje y audición, fonación y lectoescritura durante el período escolar.


Ante cualquier duda en cuanto a requisitos a cumplir para que os concedan la ayuda, condiciones de los servicios de nuestro centro, formulario a cumplimentar... contactad con nosotros.  

A continuación os dejamos el enlace con toda la información: 
 

jueves, 10 de julio de 2014

Cómo hacer para que el verano no sea un infierno



Ya estamos en época de vacaciones, los que no están disfrutando de ellas lo estarán en breve. Los últimos días de trabajo se hacen especialmente largos y empezamos a tener ganas de cambiar de rutina. Pero ojo, las tan deseadas vacaciones pueden convertirse en un infierno. La otra cara del verano también está presente.

* 
No somos conscientes de la influencia que tiene la televisión sobre nosotros hasta que no pensamos sobre ello. Al hablar de verano nos viene a la cabeza esa playa paradisíaca, con bebida refrescante, sin prisas, con el calor justo (ese que no te hace sudar pero te permite estar moreno)... Todos tenemos una idea bastante parecida de las vacaciones, un período de descanso en el que hacer otras cosas y disfrutar. ¿Es real todo eso?

Si queremos disfrutar de nuestro descanso es importante contar con algunas cosas que nos pueden pasar. ¿Qué pasa si no tengo ningún plan? Muchas preocupaciones vienen por el hecho de que esperamos que sea un verano ideal, en el que las cosas surgen solas, sin planificar. También es necesario dedicarle unos minutos a estructurar mínimamente qué hacer en verano, a grandes rasgos (pasaré 4 días en la playa, también quiero pasar tiempo con mi familia y amigos y no me quiero perder la lluvia de estrellas de agosto, por ejemplo). No es necesario tener detallado todo pero sí hacerse una idea de qué cosas hacer para que ese tiempo sea más satisfactorio.

"Es estar de vacaciones y empezar a discutir". Aunque no aparece este aspecto en nuestra imagen de vacaciones ideales, suele pasar que al estar más tiempo en contacto con la pareja, hijos, familia o amigos surjan más discusiones. En el ritmo de vida habitual no se pasa tanto tiempo juntos y las habilidades para relacionarnos se resienten al llevar un ritmo de vida más individual. De repente nos vemos con menos paciencia o saturados por estar tanto tiempo juntos. Bueno, el calor tampoco ayuda, pero es interesante saber que esos malentendidos son normales y que se abre una oportunidad de conocernos mejor.

Y por último, es tiempo de hacer cosas diferentes. De poner los 5 sentidos en cada cosa que se hace y cambiar nuestra forma de comportarnos. En la medida en que rompemos nuestros esquemas de comportamiento diario somos capaces de sacarle más partido a este período. El gran enemigo son los móviles, tablets y demás, estamos tan acostumbrados a compartirlo todo que se nos escapan los días conectados. En el fondo, acabamos echando de menos volver a la rutina para seguir conectados con compañeros y responsables. Cuando en realidad el verano es una oportunidad para ser otra persona, para hacernos diferentes.

* Imagen extraída de wallsave.com

jueves, 3 de julio de 2014

Vestimos como pensamos


La prensa se ha hecho eco de un interesante estudio sobre los efectos que tiene la ropa sobre nosotros. Parece ser que no da lo mismo cómo vayamos vestidos, el significado que tiene la ropa que elegimos nos afecta directamente. Hay diferencias más importantes de lo que creemos entre vestir en tonos naturales y llevar una camiseta de dibujos divertidos.

Lo que se hizo fue pedir a unos jóvenes que dijeran cuánto peso creían que podían levantar. Unos iban vestidos como siempre y a los otros se les pidió que vistieran una camiseta con el símbolo de superman. Pues bien los que vestían como superman creían que podían levantar más peso de lo que realmente podían. De alguna manera al vestir como el superhéroe, reconocido por su fuerza, creían que realmente eran más fuertes. Le transmitían ese superpoder. Es un efecto claro de cómo los pensamientos cambian nuestra forma de actuar. Es el mismo efecto que produce el ponernos una bata blanca, las personas se sienten más predispuestas a escuchar y se creen que saben más al vestirla. Porque todos asociamos esa prenda a esos valores: conocimiento, seguridad en uno mismo, capacidad para saber el problema y ofrecer una solución. Y cuando la vestimos actuamos en relación a ellos.

Lo mismo que nos pasaba con google hace unas semanas, es lo que ocurre ahora. No es que realmente seamos más fuertes o más inteligentes, sino que tenemos la sensación de ser así. Es una forma de tener una ayuda extra. Si en esos días en que estamos más estresados vestimos con ropa de colores naturales y suelta, de alguna manera dejamos de encontrarnos tan angustiados.

Esto da pie a muchas preguntas, entonces ¿por qué muchas personas visten igual? ¿Vestir igual significa que pensamos igual? ¿Si pensamos igual somos iguales? Es evidente que todo tiene unos matices. Cuando vamos a comprar no elegimos la ropa por casualidad sino la que más nos atrae, y dentro de los modelos que nos atraen cada uno elige un color u otro. Eso es un reflejo perfecto de lo que sucede con nuestros pensamientos, podemos pensar muy parecido en algunas cosas pero al hablar de ellas cada uno hace hincapié en unos detalles. Es tan común compartir el 100% de un punto de vista como lo es el elegir la misma prenda y color.

Al menos sabemos que podemos recurrir a la ropa cuando nos falle el ánimo. Los días en que no encontremos sin energías son los perfectos para ponerse guap@s, vestirse con esmero y salir a la calle predispuestos a hacerle frente al día. Porque no va a poder con nosotros.

Imágenes extraídas de vestidosparaunafiesta.blogspot.com.es

jueves, 26 de junio de 2014

Exámenes de recuperación

 
                                            *                                        * *

El viernes pasado acabó el curso escolar y, por primera vez en el colegio, nos encontramos con que los exámenes de recuperación ya no serán en septiembre. En 2 semanas nos encontramos con ellos y tenemos que repasar todo lo que se ha visto en el curso. Está causando bastante angustia entre las familias porque se dan cuenta que lo no trabajado se tiene que aprender en 10 días. 

Como consejo, el tiempo corre en nuestra contra y es necesario centrarse en los conceptos clave. No es momento de pormenorizar y mucho menos de intentar seguir el libro página por página. Es necesario reducir toda es información a lo más básico, sacar las reglas básicas que les van a permitir resolver los ejercicios. Es la única manera de poder hacerle frente a esta situación. Los esquemas y los mapas conceptuales pueden sernos de gran utilidad en cursos avanzados, mientras que la simulación de ejercicios y la estructuración de cómo hacerlos nos ayudará en primaria. 

A nivel informativo, como todos sabréis el curso próximo comenzará el 3 de septiembre y finalizará el 19 de junio. Y las fechas de recuperación serán del 29 de junio al 6 de julio. Parece ser que a partir de este curso la tónica habitual será el tener 10 días para reaprender todo el material. Por ello es conveniente darse cuenta de las dificultades antes de llegar al final, ya que a estas alturas puede que sea tarde. Aunque hay familias muy reticentes a contar con ayuda externa, habrá que cambiar el chip. No es malo buscar ayuda, ni tampoco es un cosa inamovible. Durante el desarrollo del curso cuando se encuentren dificultades hay que proporcionarles un apoyo pero, del mismo modo, si ya se encuentran seguros y pueden seguir el ritmo de la clase, la ayuda no tiene sentido. Se trata de contar con ayuda sólo cuando lo necesiten.

Desde el centro damos mucho ánimo a todas las familias que, involucradas en el desarrollo de sus hijos, están dando lo mejor de sí en estos días. ¡Queda el último tramo! Al comienzo de septiembre volveremos a publicar la información referida a las becas para apoyo escolar, con las que cuentan los alumnos con retraso mental y problemas de comportamiento (el año anterior dotaron de 900€ para refuerzo educativo). Mucho ánimo.


* Imagen extraída de aplicaciones.info
** Imagen extraída de ps09.es

jueves, 19 de junio de 2014

El efecto Google

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Esta entrada es una alerta para todos los amantes de google. Según las últimas investigaciones usar Google nos hace más tontos de lo que pensamos. Siempre hay detractores y defensores del uso de las nuevas tecnologías, pero veamos qué sucede con el uso continuado de buscadores como Google.

Partimos de la base de que nos invitan a una boda. De toda la información que nos dan únicamente nos quedamos con un trozo, unos recuerdan muy bien la dirección y saben cómo llegar, otros ya tienen claro el regalo a hacer, otros saben cómo vestir mejor para el evento... Y toda esta información se dispersa entre el grupo de amigos, Vanesa conoce sitios donde hay ropa elegante a buen precio, José sabe llegar a cualquier lugar, etc. Aunque nos lo expliquen olvidamos completamente la dirección, cómo llegar o la tienda de los trajes a buen precio. Lo que sí que memorizamos es quién tiene esa información. De tal manera que nosotros sabemos, dentro del grupo de amigos, a quién acudir para obtener las respuestas. Sabemos identificar qué información tiene cada uno.

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Es cierto que desde unos años hacia esta parte, estamos dejando de lado esta forma de relacionarnos a consecuencia de la llegada de smartphones con acceso a internet. Por tanto ya no es necesario recordar quién tiene esa información porque sabemos que google la tiene toda. Es uno de los aspectos que influye en que cada vez seamos más individualistas y menos sociales. Pero bueno podemos pensar que, dentro de lo que cabe, lo que hacemos es dejar la memoria libre, realmente memorizamos la información que es importante y la que no, la dejamos para que google nos la encuentre.

Resulta que se hace el siguiente experimento: se les hace una pregunta más o menos complicada a dos grupos de personas. El primer grupo puede consultar en internet la respuesta y el segundo no. Aunque la respuesta no sea buena se les dice a los dos grupos que han acertado y lo han hecho genial. Pues bien lo interesante es que en el grupo que ha respondido gracias a internet se sienten más inteligentes que en el otro. Es decir a pesar de que han tenido que buscar la información piensan que son más capaces.

Esto puede ser una arma de doble filo, estamos tan integrados con lo tecnológico que pensamos que los logros de internet son nuestros logros. Es fundamental saber diferenciar entre lo que sabemos y lo que no, en qué somos buenos y en qué debemos mejorar para poder progresar como personas. Es fundamental no caer en el autoengaño.

Quién sabe si dentro de unos años no acabaremos como los romanos, que al volver de una campaña militar exitosa, en los desfiles pagaban a una persona para que les recordaran que eran humanos y que también iban a morir ( la famosa frase memento mori), pese a todo el éxito y la adoración que recibían. A la vista de estos resultados, quizás acabemos contratando a alguien para que nos recuerde que somos más tontos de lo que parece.

* Imagen extraída de serdigital.cl
** Imagen extraída de tomasenlinea.com

jueves, 12 de junio de 2014

Una pequeña provocación


Lo más duro de todos estos años de crisis, es el cambio al que se ven obligadas las personas. Aunque suene increíble hay muchos menos casos de enfermedades originadas por la crisis, incluida la depresión, que personas angustiadas por ella. Algunos confiesan: "Me gustaría saber que tengo algo, que hay algo que no funciona o algo que hago mal". 

Cuando sabemos que tenemos un problema, buscamos la solución y una vez empezado el tratamiento comenzamos a sentirnos mejor. Pero, ¿qué pasa cuando no hay nada alterado? Pues que el problema está en cómo tenemos enfocada nuestra vida. Para dejar de sentir esa angustia no hay medicamentos, es necesario hacer un balance de todo lo que nos ha ocurrido hasta la fecha y replantearnos las cosas de nuevo. Es el efecto más destructivo que ha tenido la crisis, aunque también es una oportunidad para volver a empezar.

Así lo reflejan nuestras expresiones: "es un poco veleta", "llevo toda la vida siendo así y ahora no me vas a cambiar". No queremos cambiar y esa es la base del problema. Pensamos que si cambiamos dejamos de ser nosotros mismos, perdemos nuestra esencia, y nos resistimos a hacer las cosas desde otra perspectiva por miedo a perder nuestra identidad. Si cambias las ruedas del coche cuando están desgastadas, ¿por qué no cambias esa forma de actuar que no te soluciona el problema? Porque si cambio ya no soy yo. Ese es el reto, asumir que aunque cambies sigues siendo tú.

Hasta que no pasa un tiempo desde el cambio no nos damos cuenta de lo equivocados que estábamos antes. Parece que sea una provocación, nos está diciendo: ¡Haced las cosas de otra manera! 
Hoy es un buen día para cambiar una cosa que siempre has estado haciendo y ver qué sucede. Porque igual sale mal -y ves que es mejor no hacerlo-, igual sale bien -y ves que merece la pena el cambio-, o igual no pasa nada -y te puedes permitir el lujo de hacerlo las veces que quieras porque a los demás les da lo mismo-. Ahora es tu turno.


Imagen extraída de poetdeath.com

jueves, 5 de junio de 2014

¿Por qué contarles historias?

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 ¿Qué queda de todo lo que le estamos enseñando? Esa es la incertidumbre con la que se encuentra cualquier padre, madre o profesional que trabaja en lo educativo. De todo lo que le estoy intentando enseñar ¿se va a quedar con algo? 

Muy en relación con lo que publicamos hace un par de semanas, sabemos lo que pensamos porque hablamos con los demás y vamos construyendo conocimiento. Lo mismo ocurre con nuestra forma de ser, nuestra identidad. Vamos aprendiendo quiénes somos en base a cómo nos comportamos con los demás. Lo que no cabe duda es que siempre nos quedamos con lo que nos resulta útil. Para un niño que no ha recibido atención ni cuidados, llamar la atención de los adultos a gritos o mediante peleas constantes hace que, cuanto más pendiente se está de él más gritos dé. Funciona hacer eso porque así recibe el calor y la atención de los adultos. Por eso lo hacen. Y lo mismo ocurre con los niños educados que se comportan adecuadamente, lo hacen así porque obtienen recompensa de eso.

Una de las herramientas más útiles para la construcción de la identidad, son los cuentos. A determinadas edades son muy influenciables por los cuentos ya que les ayuda a entender cómo comportarse ante distintos problemas. El tercer cerdito construyó una cabaña de ladrillo, que le llevaría más tiempo y más esfuerzo que a los otros 2, pero finalmente dio mejor resultado. Y aunque no se diga abiertamente, la idea está ahí. O el cuento del rey Midas, que era tan ambicioso y quería tener tantas riquezas que pidió a los dioses que todo lo que tocara se convierte en oro. Al final se dio cuenta que no podía comer, ni abrazar... y acabó solo, hambriento y más pobre que nunca. Por eso es importante hacerles partícipes de esas historias. Se ponen en la piel del personaje y pasan por lo mismo que él, dándose cuenta de lo equivocados o atinados que están en sus decisiones.

Creemos que es una distracción, pero para ellos es mucho más. A veces no es cuestión de buscar cuentos insólitos, cualquier experiencia que hayamos vivido y de la que hayamos sacado una lectura enriquecedora, adaptándola al lenguaje infantil, puede ser de gran valor para formarlos como personas. Aunque no todos somos buenos contadores de historias, sí que nos enfrentamos a dificultades y de una manera u otra planteamos una solución. Tenemos el mensaje, dependerá de la creatividad de cada uno el que lo adornemos más o menos. Sea como fuere, con un mensaje claro a transmitir o una lectura adecuada de un cuento, estamos dotándoles de herramientas para encarar cómo comportarse en el futuro.

* Imagen extraída de informacionalmomento12.blogspot.com
** Imagen extraída de muchoscuentos.jimbo.com

jueves, 29 de mayo de 2014

¿Cómo potenciar el aprendizaje?


En estos días estamos presentando un proyecto fascinante sobre cómo potenciar el aprendizaje a través del control de las emociones. Lo que en su día se le llamó inteligencia emocional (la capacidad que tenemos para gestionar nuestras emociones y no caer presa de ellas), un concepto innovador y sorprendente, ha sido incluido dentro de un enfoque mucho más amplio como es el de "conciencia plena" o mindfulness. ¿Cómo aplicarlo en la escuela?

Alrededor de 14 o 15 años de nuestras vidas, como mínimo, los pasamos estudiando. Como siempre, hay compañeros a los que les va bien y otros a los que no tanto. ¿Cómo sería posible que todos sacaran todo su potencial? Lo que han revelado las últimas investigaciones sobre el tema es la importancia que juegan las emociones en nuestro aprendizaje. Antes se pensaba que la inteligencia iba por un lado y las emociones por otro, pero no. Un niño que está enfadado, triste o excesivamente eufórico es presa de sus emociones, y si no sabe gestionarlas le van a impedir aprender. Consiste, esencialmente, en que seamos capaces de ponerle un límite para poder seguir con nuestra vida, con nuestros aprendizajes.

La mayoría de problemas que nos encontramos como profesionales, están relacionados con el comportamiento en la escuela. Por defecto o por exceso. Niños que son constantemente molestados e insultados, víctimas de sus compañeros, y niños que no son capaces de controlarse, yendo de un lado para otro sin atender a nadie. Los resultados respaldan que con tan solo 30 minutos al día durante 2 semanas de trabajo en mindfulness hay un aumento en los comportamientos altruistas, tienen más predisposición a trabajar en equipo y son más compasivos. Mejora notablemente el ambiente del aula y los niños entran en una dinámica enriquecedora en la que se expresan con todo su potencial.

Por eso queremos hacer extensible este proyecto a todos nuestros lectores que puedan estar interesados: AMPAs, directores, jefes de estudio y familias. Es esencial empezar a incluir este trabajo personal en la escuela para favorecer un desarrollo integral de los niños. No se trata de ser más inteligentes sino mejores personas.


jueves, 22 de mayo de 2014

¿Sabe lo que está diciendo?


                                        *                                         * *

Hay muchas veces que mientras hablamos o nos encontramos jugando con nuestros pequeños, de repente, dicen una palabra que puede parecer más grande que ellos. ¿De dónde la habrá sacado? Lo mismo ocurre con los insultos, un día sin esperarlo les oyes decir una palabrota con toda la intención del mundo. ¿Es eso preocupante? ¿Es normal?

Pues bien en este punto se está investigando si realmente cuando hablamos tenemos claro lo que queremos decir o a veces se nos escapan algunas palabras que no venían a cuento. De hecho, lo que se hace es grabar lo que una persona ha dicho, cambiar alguna palabra y dárselo a escuchar a ver si nota el cambio. Y el 85% de las personas no nos damos cuenta de nada raro. Entonces, ¿cómo puede ser que tengamos claro lo que vamos a decir antes de hablar y luego no nos demos cuenta de que nos han cambiado las palabras? 

Pues bien resulta que parece ser que no tenemos tan claro lo que queremos decir antes de hablar. Al principio tenemos una idea, más o menos, de lo que queremos decirle a la otra persona. Pero luego resulta una cosa muy curiosa y es que vamos construyendo el mensaje conforme hablamos. Es decir, tenemos la idea clara pero no las palabras exactas. Por eso nos pasa a veces que incluimos palabras que hemos oído aunque no tienen nada que ver con lo que queremos decir, o nos perdemos en mitad de la conversación y no sabemos de qué estábamos hablando.

En el caso de nuestros pequeños, especialmente en las primeras veces, no hay que asustarse cuando digan una palabra nueva que quizá no entiendan del todo, o una palabrota. Si no está bien se le corrige para que no la vuelva a decir más, pero no hay tomarlo como que sabe lo que está diciendo. Simplemente ha oído esa palabra y prueba a ver si esa es la manera correcta de utilizarla. No la ha dicho con toda la intención del mundo. Y es que realmente así es como aprendemos el lenguaje, jugando con las palabras y viendo el efecto que tienen en los demás.

* Imagen extraída de colegiovirgenmilagrosaoviedo.com
** Imagen extraída de linguisticauv2012.blogspot.com 

jueves, 15 de mayo de 2014

¿Practicas el sexting?

"¿No es verdad Ángel de amor que en esta apartada orilla..." Nada de eso, hoy en día ya no se llevan esas cosas. Estamos en el siglo XXI y el romanticismo queda bastante lejos. Nada de intentar seducir con poesías o frases elaboradas que quieren sorprenderl@ y plasman nuestros sentimientos. Aún queda algo de las miradas cómplices que se utilizaban en los 90 pero por lo general la forma de conquistar a la pareja ha variado mucho en los últimos tiempos. El desarrollo de las nuevas tecnologías ha hecho posible estar en contacto "inmediato" con un montón de amigos y familiares intercambiando fotos y vídeos. ¿Por qué no utilizarlas para ligar?

En los tiempos que corren hay una nueva manera de conquistar, el sexting. ¿En qué consiste? En hacerse una foto ligero de ropa y enviársela a ese chic@ que tanto nos gusta. Lo hacen tanto las chicas como los chicos, no hay diferencias. Ellos dejan su torso desnudo y se fotografían en pose viril y masculina; ellas, sin embargo, posan en ropa interior sino en topless, insinuantes. Y ya está el paso dado: "ahora si que lo he conquistad@", es lo que piensan. "Con esta pose tan sexy es difícil que se escape". El desenlace puede ser feliz, si acaba en historia de amor (más o menos larga), o puede ser trágico.

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Padres entre avergonzados e impotentes, la misma protagonista de las fotos angustiada, muchos compañeros de clase con un montón de horas de diversión. Quizá si le hubiera gustado no lo habría hecho, pero no le atraía. Le envió la foto a un chico que no quería iniciar una relación con ella y él pensó que sería divertido reenviar esa foto ligera de ropa a sus amigos. Y ahora el problema se ha trasladado al colegio, donde es motivo de burlas y bromas. 

Esta situación es bastante frecuente en nuestros centros, estamos tan conectados a lo tecnológico que es casi como si fuera parte de nosotros. Escribimos y enviamos archivos sin pensarlo dos veces. Y eso nos lleva, tanto a adultos como a adolescentes, a situaciones comprometidas. La solución es bastante sencilla, pensemos antes de enviar algo qué personas pueden acceder a ello. Y es que al final va a resultar que quedar en un café para hablar va a ser más privado que escribirlo en el wasap.


* Imagen extraída de tallerdecartasdeamor.worpress
** Imagen extraída de wmuv.org