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Bien es sabido que muchos opinan que la historia se repite: que bueno, eres especial, pero no se quieren fiar mucho de ti porque también encontraron a una persona especial y también les defraudó; que crisis como esta ya han ocurrido, que ya a sus padres les tocó cambiar de provincia/país y ahora lo hacen ellos... Bueno es posible que exista un pequeño parecido entre distintos momentos de la historia y que algo que ya hicieron nuestros padres o abuelos nos toque ahora a nosotros. Pero las condiciones no son las mismas y en cada momento hay un oportunidad diferente.
Para las generaciones que crecimos con la llegada del ordenador era muy fácil obtener información, bastaba con conseguir el cedé de la enciclopedia y buscar la información que nos pedían en el colegio. En nuestros ratos de ocio veíamos las series o dibujos que hacían en la televisión. No nacieron con nosotros pero si crecieron y eso es muy importante tenerlo en cuenta, porque al igual que las personas los medios han ido cambiando con nosotros. En los programas más antiguos se ven los valores de la sociedad de ese momento porque son los mensajes que nos transmitían, las moralejas de cada capítulo. Pasamos de ser gente de palabra (con televisiones de palabra, fieles a la verdad); a gente con ilusiones (con televisiones donde aún habían valores e imaginaban un futuro lleno de posibilidades); a gente muy popular (con programas que resaltaban más a los protagonistas que además iban vestidos a la última moda y con la última tecnología del momento); a gente exitosa (con programas donde se veía a gente sin valores obtener éxito, aunque fuera instantáneo). Así han pasado las décadas desde los 70 hasta ahora.
Y bueno estamos donde estamos. Parece que el gran desastre que padecemos está dando valor de nuevo a las palabras. Ya no se mira tanto lo que uno dice sino lo que hace. De alguna manera estamos de nuevo en el punto en el que volvemos a ser gente de palabra, al menos está creciendo ese porcentaje. En situaciones de necesidad no nos queda otra opción más que confiar en las personas; pero sucede que la televisión sigue anclada en el modelo de gente exitosa, ofreciéndonos estéticas y objetos varios para ser muy populares. Y es aquí donde aparece el reto que se nos presenta para la educación de nuestros hijos.
Muchos de nosotros somos fruto de la casualidad de un conjunto de influencias a las que estuvimos expuestos: nuestro grupo de amigos, las películas que veíamos, las actividades que hacíamos... Hoy en día, gracias a Internet, podemos elegir qué influencias van a tener nuestros hijos, al menos en cuanto a programas o dibujos animados se refiere. Está en nuestra mano el ofrecerles series que destaquen valores como la colaboración, el respeto, la entrega, la perseverancia... en lugar del éxito fácil, la humillación o la intolerancia. Esa es una de las oportunidades que nos ofrece esta época, la capacidad para retomar ciertos programas, series o dibujos que contribuyan a hacer de los nuestros hombres y mujeres completos.
* Imagen extraída de blog.i-mas.com
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