martes, 5 de mayo de 2015

¿Lo mejor para mí, para ellos o para todos?


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Encontrar pareja, vivir juntos y tener hijos. Para muchos ese es uno de los sueños a cumplir en esta vida. Claro que no siempre es fácil. Son bastantes las parejas jóvenes que conforme maduran se dan cuenta que lo que les atrajo en un principio ya no es importante, y empiezan a rechazar a su pareja por no ser de otra manera o por no tener ciertas destrezas, habilidades, actitudes... que en esa otra fase de la vida ven que son importantes. Otros resuelven esa tensión viviendo juntos pero haciendo vida independiente, con pocos momentos en común. Otros prefieren vivir solos que aguantar a una persona con la que no conectan. ¿Qué podemos esperar?

Hace unos años la sociedad estaba más estructurada y todos seguían pasos parecidos (pareja heterosexual, matrimonio para siempre, vida en común...). Hoy en día hay muchas opciones disponibles (pareja homosexual o heterosexual, pareja de hecho, matrimonio, divorcio, amigos con derechos especiales...). Antes causaba malestar no poder hacer lo que uno quería, la gente en general rechazaba al distinto; hoy hay tantas formas de ser que uno se encuentra perdido y no sabe muy bien por dónde ir. 

Mientras la pareja funciona no importa a quién se quiera, si existe un compromiso o no, si se comparte el proyecto de vida o no... Pero conforme vamos creciendo como personas empiezan a surgir problemas de convivencia. Lo que eran pequeñas diferencias se hacen más grandes y lo que era el amor de mi vida se convierte en el odio de mi vida. Claro, cuando arde Troya poco importan los demás sólo queremos salvarnos nosotros. Es una lucha por sobrevivir. Y en esa lucha nos encontramos con que se nos olvidan esas pequeñas personas que dependen de nosotros. 

Quizá uno de los ambientes más conflictivos sea el del divorcio. Además de tener que asumir más gastos y más tareas, hay que procurar a los hijos el ambiente ideal para que sigan creciendo. Todo eso mientras, en muchos casos, continua la lucha con el otro progenitor: por la pensión, por el régimen de visitas, por las pautas educativas...

En medio de todo esto sería interesante preguntarse más de una vez: ¿por quién lo hago? ¿A quién beneficia esto? Y es sorprendente ver como muchas de las cosas que hacemos, se hacen más por fastidiar a la otra parte que para crear una ambiente adecuado para todos. Que sería lo más beneficioso.

Y es que es difícil a veces no dejarse llevar por el rencor, por la mala leche de haber puesto tanto esfuerzo y energías en algo que ha fracasado. A pero, ¿hay alguien ahí fuera?

* Imagen extraída de necesitodetodos.org

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