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Acabamos de cenar y vamos hacia el sofá a buscar un poco de calma y de algo que nos distraiga después de un día bastante agotador. Cambiando los canales encontramos una niña que canta como los ángeles, es alucinante ver cómo una niña tan pequeña es capaz de tener esa voz. Eso no queda ahí, 10 minutos después aparece en escena un chico un poco más mayor que la anterior, aún no ha llegado a la adolescencia, que no canta tan bien pero baila que es un escándalo. Pasa la noche, el día siguiente y volvemos al refugio del sofá; hoy nos sorprende ver cómo cocinan esos niños, qué ideas tienen para mezclar ingredientes, cocinar y preparar platos... "¡Lo que iba a disfrutar yo si el mío supiera hacerme un huevo frito!"
Y sin darnos cuenta, aquello que empezó con lluvia de estrellas, Chechu en médico de familia, los chavales de farmacia de guardia... que no era más que unos niños haciendo playback o actuando, mostrando sus habilidades sin más intención que salir en televisión y que todo el mundo lo viera o simplemente actuar (por deseo suyo o de sus padres). Todo eso con el tiempo, ha pasado por la fama, el éxito y la ambición de dinero y nos ha llevado a los programas de hoy en día, donde comienzan a darse los primeros casos de muñecos rotos.
Compras un muñeco, los que aún lo compramos, con la ilusión de todo lo que te puede ofrecer. Abres la caja y empiezas a usarlo, disfrutando de todas las cosas que puedes hacer con él. Hasta que un día se rompe o ya no te llama tanto la atención y poco a poco lo vas dejando de lado hasta que te olvidas de él, sin echarlo de menos. Esto es lo que está empezando a ocurrir con niños y jóvenes que, intentando imitar el éxito de los de su edad en los programas de televisión buscan su momento de gloria. Algunos padres ya les hemos orientado en esa dirección cuando los vestimos como jóvenes cuando eran niños y como adultas cuando eran jóvenes. Facebook es un gran escaparate que refleja bastante bien esto. Estos niños que han crecido creyéndose elegidos para el éxito (por ej. porque son muy buenos deportistas en su barrio), estás niñas que se han cansado de posar para las fotos de sus padres se hacen mayores. Y ya no les importa agradar a sus familiares sino a sus compañeros. Y toda esa "fama", esa atención que han recibido en casa la quieren tener fuera, al precio que sea. A poco que tengan un móvil en sus manos el descontrol está servido: grabaciones en fiestas bebiendo alcohol, haciendo cosas peligrosas para demostrar lo valientes que son, los chicos; y bailes o fotos en poses provocativas, llegando incluso a grabaciones donde son "desfloradas". No hay más que ojear por Internet.
El tiempo pasa y el deseo de seguir siendo el centro de atención persiste, porque es a lo que se han acostumbrado. Pero todo lo que sube tiene que bajar y en el momento en que no está el aplauso del público, de sus amigos, la admiración de su familia... en ese momento es cuando se rompe el muñeco. Sin saber qué hacer, sin entender porqué nadie le hace caso y sin herramientas para construir su vida. ¿El espectáculo debe continuar?
* Imagen extraída de fotolector.diariovasco.com
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