* |
Uno de los aspectos más importantes para nuestro funcionamiento mental son las atribuciones. Cuando conseguimos la meta que nos hemos propuesto, después de la alegría inicial hacemos una pequeña valoración del porqué la hemos conseguido. Si creemos que ha sido debido a nuestro esfuerzo personal, hacemos una atribución del mérito interna es decir, gracias a nuestra forma de actuar hemos conseguido la meta por lo que la alegría es doble. Si por el contrario creemos que lo hemos conseguido gracias a la ayuda de alguien o porque era muy fácil, hacemos una atribución del éxito externa, es decir, lo hemos conseguido porque las condiciones eran las adecuadas y no nos alegramos tanto. Lo mismo ocurre cuando fracasamos, podemos atribuirnos la causa del fracaso o culpar al ambiente de nuestro fracaso. ¿Qué importancia tiene esto para nuestro desarrollo?
Una niño que cree que los resultados que consigue se deben a las condiciones externas creerá que no sabe hacer las cosas, simplemente las consigue porque la tarea es muy sencilla, alguien le ha ayudado o ha sido cuestión de suerte. Podríamos decir que se trata de niños muy pesimistas que no creen que hagan nada bien. En el otro lado tenemos a los que piensan que cualquier logro alcanzado es fruto de su esfuerzo o por su forma de ser, incluso cuando se dan premios por sorteo o cuando un amigo consigue algo. Podríamos decir que son niños excesivamente optimistas, pero hasta aquí todo normal aunque pueden existir problemas que dificulten su correcto desarrollo.
El tema que hoy nos ocupa, es uno que afecta por igual a niños y adultos; el de la autocomplacencia. Básicamente, la persona autocomplaciente piensa que todos los logros que alcanza se debe a su capacidad, especial habilidad o destreza; mientras que responsabiliza de sus fracasos a los demás. Es decir, mientras todo me sale bien "soy el mejor", pero cuando algo se tuerce "ves, ha sido culpa tuya". No es cuestión de un día para otro que, un niño o un adulto, piense de esta manera; es una cuestión que se ha ido forjando a lo largo de muchos meses.
Actuar de manera autocomplaciente nos va a llevar a no ver con nitidez la realidad. Al no tener una capacidad crítica para diferenciar si el problema ha sido causado por mí o por mi entorno, no vamos a ser capaces de actuar para cambiar lo que no funciona y poder así conseguir nuestro objetivo. Tampoco sabremos decir cuánto nos queda por aprender o qué cosas podríamos hacer para mejorar, porque ya somos la repera. Es la forma perfecta de engañarnos para pensar que somos los mejores y desprestigiar a los demás que son los causantes de nuestros fracasos; con lo que poco a poco nos volvemos más insoportables y más necios por perder el contacto con la realidad. Y aunque aquí dejemos el aviso, mostrarnos autocomplacientes es una tentación.
* Imagen extraída de es.paperblog.com