miércoles, 29 de octubre de 2014

¿Has caído ya en la tentación?

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Uno de los aspectos más importantes para nuestro funcionamiento mental son las atribuciones. Cuando conseguimos la meta que nos hemos propuesto, después de la alegría inicial hacemos una pequeña valoración del porqué la hemos conseguido. Si creemos que ha sido debido a nuestro esfuerzo personal, hacemos una atribución del mérito interna es decir, gracias a nuestra forma de actuar hemos conseguido la meta por lo que la alegría es doble. Si por el contrario creemos que lo hemos conseguido gracias a la ayuda de alguien o porque era muy fácil, hacemos una atribución del éxito externa, es decir, lo hemos conseguido porque las condiciones eran las adecuadas y no nos alegramos tanto. Lo mismo ocurre cuando fracasamos, podemos atribuirnos la causa del fracaso o culpar al ambiente de nuestro fracaso. ¿Qué importancia tiene esto para nuestro desarrollo?


Una niño que cree que los resultados que consigue se deben a las condiciones externas creerá que no sabe hacer las cosas, simplemente las consigue porque la tarea es muy sencilla, alguien le ha ayudado o ha sido cuestión de suerte. Podríamos decir que se trata de niños muy pesimistas que no creen que hagan nada bien. En el otro lado tenemos a los que piensan que cualquier logro alcanzado es fruto de su esfuerzo o por su forma de ser, incluso cuando se dan premios por sorteo o cuando un amigo consigue algo. Podríamos decir que son niños excesivamente optimistas, pero hasta aquí todo normal aunque pueden existir problemas que dificulten su correcto desarrollo.

El tema que hoy nos ocupa, es uno que afecta por igual a niños y adultos; el de la autocomplacencia. Básicamente, la persona autocomplaciente piensa que todos los logros que alcanza se debe a su capacidad, especial habilidad o destreza; mientras que responsabiliza de sus fracasos a los demás. Es decir, mientras todo me sale bien "soy el mejor", pero cuando algo se tuerce "ves, ha sido culpa tuya". No es cuestión de un día para otro que, un niño o un adulto, piense de esta manera; es una cuestión que se ha ido forjando a lo largo de muchos meses. 

Actuar de manera autocomplaciente nos va a llevar a no ver con nitidez la realidad. Al no tener una capacidad crítica para diferenciar si el problema ha sido causado por mí o por mi entorno, no vamos a ser capaces de actuar para cambiar lo que no funciona y poder así conseguir nuestro objetivo. Tampoco sabremos decir cuánto nos queda por aprender o qué cosas podríamos hacer para mejorar, porque ya somos la repera. Es la forma perfecta de engañarnos para pensar que somos los mejores y desprestigiar a los demás que son los causantes de nuestros fracasos; con lo que poco a poco nos volvemos más insoportables y más necios por perder el contacto con la realidad. Y aunque aquí dejemos el aviso, mostrarnos autocomplacientes es una tentación.


* Imagen extraída de es.paperblog.com
  

miércoles, 22 de octubre de 2014

¿Sacas partido a tus horas de estudio?

* (Experiencia, conocimiento)
Estamos a mitad del primer trimestre y ya empiezan las primeras dudas sobre si seremos capaces de aprobar todas las materias. Nos vamos dando cuenta de cuáles nos cuestan más y con las que nos sentimos más cómodos. Y todo porque ya hemos hecho los primeros exámenes y los resultados no han sido todo lo buenos que creíamos, especialmente después de las promesas que se hicieron en verano.

Tampoco nos precipitemos, a no ser que se trate de un estudiante con poco interés (que en los cursos anteriores ya ha mostrado que no va a esforzarse a lo largo del curso) normalmente a partir de los primeros malos resultados se suele prestar más atención y dedicación. Lo más importante a la hora de estudiar es ir relacionando los contenidos que se aprenden con nuestro día a día. Hay contenidos, por ejemplo las tablas de multiplicar, que deben aprenderse de memoria; quizá en un futuro veamos cómo están organizadas o la relación entre ellas pero, de entrada, es un conocimiento que se debe aprender por repetición. Entonces no nos queda otra que insistir hasta que las dominemos.

Pero en el resto de contenidos es mejor relacionar lo que se está aprendiendo con lo que ya sabemos. Puede ser muy difícil aprendernos el orden de los planetas del sistema solar, pero si nos dicen que algunos de los días de la semana se nombran parecido a los planetas (Marte-martes, Mercurio-miércoles...) ya tengo una forma para relacionar esa información y me cuesta menos aprenderla. Y es que nos resulta mucho más sencillo aprender los nuevos contenidos si tienen relación con cosas que ya sabemos. No lo vemos como un montón de palabras nuevas que debo aprender de memoria sino como algo relacionado con la información que ya tenemos.

¿Y todo esto por qué? Porque conocemos a mucha gente que tenían buenas notas en la escuela, en el ciclo formativo o en la universidad; y que parece que saben mucho porque su expediente es muy bueno pero en realidad nos encontramos con que saben mucha información pero no saben aplicarla. Hay una gran diferencia entre saber las notas musicales y tocar una canción. Si queremos que sea más fácil estudiar y que esos conocimientos aprendidos sean útiles deben estar conectados. Porque nadie acude a un médico que le sepa recitar de memoria todas la enfermedades pero no sabe diagnosticar si tienes o no alguna de ellas.

Para más información consúltenos en nuestra web.

* Imagen extraída de lacajabierta.org

miércoles, 15 de octubre de 2014

¿Te hace falta cultura o información?

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Hasta no hace muchos años, el principal problema con que nos encontrábamos era la falta de información. El saber se concentraba en los libros y había que bucear en ellos y dedicarles bastante tiempo para poder obtener la información deseada. La otra opción pasaba, y aún pasa, por acudir a un profesional, es decir a una persona que ha profundizado en esa rama del conocimiento y sabe darte una solución al problema. Desde la invención de la imprenta no había cambiado mucho esa situación hasta la llegada de Internet.

Con la red de redes el universo de conocimiento que se abre para todos los ciudadanos conectados es enorme. Hasta entonces, los responsables de dirigir al país o los propietarios de suculentos negocios eran las personas que tenían acceso a esa información. Los labradores que trabajaban para el señor de las tierras no tenían tiempo para leer y adquirir conocimiento porque trabajaban durante todo ese tiempo. La llegada de la sociedad moderna, o lo que estos días queda de ella, y las nuevas tecnologías de la información (para los que les gustan las fechas no mucho más lejos del siglo pasado) nos permitieron ganar más derechos como personas, teniendo más tiempo liberado de trabajo; a la vez que nos ha permitido acceder a una información hasta ahora impensable.

Hasta aquí parecía que todo iba a estar solventado, jamás volveríamos a trabajar para nadie y en unas condiciones indignas. Nosotros seremos los constructores de nuestro futuro. Pero resulta que tampoco sabemos manejar ese gran abanico de posibilidades que es Internet. Mientras la mayoría dedicamos nuestro tiempo a las redes sociales, algunos lo utilizan para trabajar y sólo unos pocos aportan conocimiento valioso a la red. Pero bueno, pongamos que hoy me levanto inspirado y es un buen día para aprender algo nuevo, o que me lleva doliendo mucho la cabeza durante una semana y quiero saber si eso es grave para ir o no al médico; y me decido a buscar más información. Pongo en el buscador lo que quiero saber y me aparecen miles de resultados, sin pasar de la primera hoja consulto los 4 primeros enlaces y resulta que mi dolor de cabeza puede ser: por la tensión, por el estrés, por un tumor, por hidrocefalea, por mala alimentación, hasta por sexo insuficiente...

El reto que se presenta ya en estos días y será importante en el futuro será saber dónde buscar exactamente para encontrar información fiable con la que pueda contar. Al final va a resultar que hemos vuelto al punto de partida y que tanto la falta de información como el exceso nos ha llevado a una situación en la que nos encontramos perdidos, sin saber cómo actuar. Pueden ser tantas las causas y hay tantas maneras diferentes de hacer algo que, lo verdaderamente importante va a ser saber elegir adecuadamente. Ese es el reto de nuestra generación y el de las que aún están por venir, saber qué decisiones tomar para conseguir lo que queremos.

* Imagen extraída de mediaonline.net

jueves, 2 de octubre de 2014

¿Quién eres realmente?

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Como seres sociales que somos, construimos nuestro punto de vista a partir de conversaciones con los amigos, la familia, lo que hemos oído en la televisión o en la radio.... Necesitamos interactuar con los demás o con nuestro entorno para poder descubrir quiénes somos.

Para responder a esa pregunta, que hace unos años se hacía durante la adolescencia (hoy en día imposible de acotar en unas edades), se necesita reflexionar sobre los comportamientos propios y sobre las opiniones de los demás. Si un grupo grande de personas nos dice que somos A y nos llevamos bien con esas personas, creeremos que somos A. Especialmente si ser A es algo bueno y valioso. Pero uno se puede preguntar: ¿soy realmente como dicen o creo que soy así porque me lo repiten mucho? En ocasiones puede resultar incómodo pensar sobre esto. Pensemos por un momento en un deportista famoso y en el porqué de sus depresiones cuando se retiran. Durante mucho tiempo la mayoría de la gente que les ve les anima y les hacen sentir que soy importantes; cuando llega la retirada los admiradores desaparecen y se pasa a ser una persona anónima que hace lo que todas las demás. Probablemente siempre fue una persona más, aunque potenciada por los medios de comunicación se pensaba más importante. Entonces ¿qué creernos?

Para poder asumir una forma de ser se hacen necesarias dos condiciones: explorar y comprometernos. Una persona que se comprometa con una forma de ser (ej. ser humilde) pero no conozca a través de otras personas lo que significa ser humilde, creerá falsamente que lo es. Una persona que haya tenido muchas experiencias y haya conocido varia gente pero que no se comprometa con una forma de ser no llegará a ser adulto, pues solo se centrará en el disfrute queriendo cosas nuevas que le sorprendan. Y en el caso de no explorar el entorno y tampoco comprometernos con nada nos encontraríamos con una persona muy caprichosa que no quiere asumir un papel y ningún papel le satisface, viendo siempre el aspecto negativo a cualquier propuesta o idea; sin ajustarse nada a sus intereses y sin saber qué buscan.

Algunos pecamos de no querer conocer más cosas (nos centramos en nuestra rutina y por qué cambiar) y otros tenemos miedo a perder cosas si nos comprometemos con algo. En ocasiones si queremos avanzar tenemos que librarnos de una parte de nosotros para transformarnos en otros mejores. Si queremos crecer como personas necesitamos deshacernos de algo nuestro para acoger otras cosas que nos van a enriquecer. A no ser que nos pueda el miedo o la comodidad.

* Imagen extraída de psicocentral.com