Tal y como comentábamos, que las personas de nuestro alrededor nos presten demasiada atención incluso cuando no les necesitamos, va a afectar a nuestro desarrollo. Como consecuencia, al crecer, demandamos la atención allá donde vamos porque estamos acostumbrados a ser el centro. No se sabe pasar a un segundo plano y cuando en el cole, en las extraescolares, en un cumpleaños... vemos que el protagonista es otro, llamamos más la atención y nos hacemos oír para que la gente se dé cuenta que somos más importantes. A veces podemos llegar a pelearnos.
Es bastante común hoy en día, ver a adultos que siguen comportándose de esta manera. Buscando la atención del resto. Llegados a este punto buscan fuera lo que tienen dentro. La seguridad, la autoestima, la independencia... son aspectos que debemos conseguirlos por nuestros propios medios. De nada sirve silenciar a los demás o llamar la atención por encima de ellos.
¿Y cómo conseguimos eso? No hay otro secreto que enfrentarnos a las dificultades. Uno gana seguridad cuando se enfrenta a un problema que cree que no va a superar, y lo supera. Cuando tras los comentarios que pueden ofenderte y hacerte pensar que no sirves para nada, sigues siendo así y ves que de esa manera haces feliz o ayudas a otras personas. No hay otra manera de conseguirlo. Enfrentarse a las dificultades es enfrentarse a los miedos de uno mismo.
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Por eso es bueno que nos dejen llorar. Que nos dejen expresar nuestro malestar por enfrentarnos a esa parte de nosotros que desconocíamos. Que nos dejen protestar por dejarnos solos ante una situación que creemos que nos supera. Porque ese llanto es el primer paso para hacernos mejores.
* Imagen extraída de tusbuenosmomentos.com
** Imagen extraída de enriquemonterroza.com
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