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La semana pasada mantuve una conversación muy interesante con un adolescente sobre la justicia. Son cosas que uno piensa más a esas edades, sobre el sentido de la justicia, la libertad... Algunos no tan jóvenes también se preguntan lo mismo al ver las noticias de hoy en día, pero no nos desviemos del tema. Lo sorprendente es la confianza ciega que tenemos en la justicia, se da por hecho que todo de alguna manera se ha de equilibrar. Quien ha sufrido algún revés debe ser compensado y aquel que se ha pasado de listo debe ser castigado. Porque "sino para qué está la justicia".
Lo fascinante de trabajar con adolescentes es que suelen tener la mente abierta, tienen tanto deseo de conocer el mundo, de conocer cómo funciona la vida que están abiertos a otros puntos de vista. Conforme nos hacemos mayores, o debido al ambiente en que nos criamos, vamos cerrando posibilidades y nos vamos quedando con un puñado de respuestas que pensamos son las correctas y perdemos esa curiosidad por conocer el funcionamiento de lo que nos rodea. Damos por hecho que lo conocemos, aunque nuestros conocimientos no siempre coincidan con lo que sucede.
Retomando el tema, la conversación se desvió y nos preguntamos sobre el sentido de la justicia. ¿La justicia es algo universal o es algo que nos hemos inventado nosotros? Porque igual pensamos que es algo muy importante y resulta que nos hemos empecinado las personas en cambiar las reglas de la vida. ¿Existe una justicia animal? "Pues no, el grande se come al pequeño", esa fue la respuesta. ¿Y no será que quizá, la vida tiene otras reglas distintas a las que nos hemos inventado? Si el grande se come al pequeño o el fuerte al débil, ¿qué sentido tiene la justicia? ¿Queremos compensar ese desajuste? ¿Por qué?
Esto nos dio para un rato de conversación intentando descubrir si la justicia funciona o no, es universal o es de unos pocos, si es una forma de control, si todo aquel que lo pasa mal tiene su recompensa en esta vida... No llegamos a ninguna respuesta o mejor dicho, seguimos buscando la respuesta (que hay cosas que no se encuentran a la voz de ya). Todo esto hace que la respuesta que encontremos dirija nuestra vida. Nos impliquemos en defender lo que es justo o pasemos de largo. Es la única forma de trabajar efectivamente con adolescentes: planteándoles preguntas, entrando en su mundo y buscando las respuestas. Para esto quizá tengamos que ir por delante de ellos, no a su mismo ritmo.