jueves, 11 de junio de 2015

Entendiendo los opuestos


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Ya se acerca verano y aunque aún aparece algún día lluvioso ya están aquí las deseadas vacaciones. Empieza la cuenta atrás para nuestros pequeños, la última semana en el cole. El reto para los adultos consiste en combinar trabajo y niños. 

Ya hemos conseguido establecer y mantener una rutina a lo largo de todo el curso y de repente nos enfrentamos en la recta final con el más difícil todavía. Siempre hay opciones como las escuelas de verano, los campamentos... la familia, la pareja... Ellos, los niños, han estado todo el curso haciendo cosas y de repente se encuentran en casa, sin cosas que hacer, sin actividades programadas. Los papás, intentando hacer que se distraigan y a la vez procurando no faltar a las exigencias del trabajo. Conclusión: sobrecarga.

Hay ciertas situaciones que no se pueden evitar. Como mucho podemos minimizar los daños, procurando que la situación no se vaya mucho de madre. 

Una de las cosas que nos pasa a todos es la necesidad de conseguir lo opuesto a lo que tenemos. Parece que, tal y como dice el dicho, no valoramos lo que tenemos hasta que lo perdemos. Después de estar todo el curso con los días muy estructurados, sabiendo qué hay que hacer en cada momento, estamos deseando que lleguen las vacaciones para poder esconder el reloj en el cajón y hacer lo que queramos cuando nos apetezca. La sorpresa viene cuando llevamos 10 días de vacaciones y vemos que si no empezamos a organizarnos un poco acabaremos estirándonos de los pelos los unos a los otros (suerte tienen los que tengan poco o nada). 

¿Entonces en qué quedamos? Queremos hacer las cosas cuando nos venga en gana o preferimos los días en que está todo ordenado. Todo tiene su punto intermedio. No es tan importante ser fieles a una idea, de orden o de caos, como ser capaces de ver en cada momento qué necesitamos o qué necesitan los demás. Quizá haya una regla que rige todo y es que siempre es más gratificante hacer una cosa cuando hemos hecho la contraria antes. Es más agradable el descanso cuando se ha trabajado, el trabajo cuando se ha descansado, bajar después de subir, el dulce después del salado... 

¿Qué ocurre cuando hay descanso después del descanso? Agobio ¿Y cuando hay trabajo después del trabajo? Agobio. Es importante ver como cada cosa tiene su tiempo, hay momentos de relax y de trabajo. Lo que quizás ocurre es que en las películas siempre nos ponen cuando va todo bien, en sitios geniales y todos pasándolo pipa, no ponen el calor abrasador, la pelea con los deberes, los gritos y las discusiones por no encontrar el sitio que buscamos (o pasarnos un sitio de aparcamiento libre). Pero eso aunque no salga, también ocurre.


* Imagen extraída de elsonidodelahierbaelcrecer.blogspot.com